
04 Jul Somos seres emocionales que razonamos
Me gusta decir que esa montaña rusa emocional que a veces puede parecer que nos sobrepasa, la mayoría de las veces es pasajera. Quizás olvidamos tomar consciencia de que las personas somos un todo, y se nos hace difícil diferenciar en qué lugar podemos tener ese elemento que causa esa sensación de desajuste. A veces, viene motivado por el cansancio acumulado; en otras ocasiones porque alguno de los tres ejes de equilibrio tiene más peso que los demás. A veces, nos lo provoca esa soledad innecesaria; esa que ocasionalmente sentimos entre la multitud, que la sentimos rodeados de mucha gente, para mí una de las más incomodas. Dicen que la soledad más fría es esa sensación que surge acompañado… Por ello es tan bonito esa cita que abre mi cuenta de Twitter y que me encanta encontrar cada día: “Y la magia se produce en el momento que ves a una persona entre tanta gente”. Distinguir, reconocer a una persona entre tantas es pura coincidencia y, especialmente, conexión; es ese refugio, esa protección, ese apoyo. Nuestros cargos públicos, altos ejecutivos y personas vinculadas a esa toma de decisión frenética son susceptibles de vivir ese sentimiento de soledad; para minimizarla se hace casi imprescindible el apoyo y acompañamiento profesional externo.
Sentirnos queridos, valorados y necesarios, quizás sea el eje de un auto concepto reconfortante. Esa valoración debería de partir de nosotros; primero, hacía nosotros y después ya automáticamente expandirla hacia los demás. El éxito en ocasiones es efímero y sólo sacia ese momento; es un pequeño puente hacía la satisfacción personal, así que usémoslo para hacerla sostenible. Sin olvidar que querer estar siempre bien, esa propia obligación, es un factor añadido de cierta frustración, y provocador de cierto malestar.
Saber y normalizar que las emociones pululan a nuestro alrededor es generar una sensación, en nosotros, de calma; controlarlas es un mito, gestionarlas es realidad. Nuestro objetivo tiene que estar centrado en desarrollar una estrategia coherente y de cierto orden personal cuando aparecen esos estímulos externos o internos que nos disparan en cierta medida; controlarlas no va a depender de nosotros… Que permanezcan en nosotros, sí.
Nuestro objetivo es gestionar nuestras emociones, para que no se conviertan en estados emocionales, que no nos satisfagan. Me gusta, a veces, jugar con ese límite de las 72 horas; si esa emoción negativa entra con fuerza, que no permanezca en nosotros más de 72 horas… Busquemos compañía, compartir nuestra situación o sensación con una persona en la que confiemos; eso nos ayudará a reducir nuestro malestar. Identificar el elemento que nos dispara esa sensación es fundamental. Básicamente porque podremos anticipar nuestra estrategia ante ese hecho, o bien poner distancia y alejarnos. Descansar nos ayuda y nos calma esa agitación. Practicar algún deporte libera sustancias químicas de satisfacción para nuestro organismo que contrarrestan esa ansiedad provocadora; el sentimiento más habitual que florece es la tristeza o la ira. Establecer una serie de rutinas calmantes es muy positivo; al final, son recursos que usas y generan estabilidad. A mí, por ejemplo, ante una situación de cierta incomodidad, me gusta salir a caminar, aunque sólo sean cinco o diez minutos; camino, me tomo un café y desconecto… No me gusta entrar en ningún conflicto, los evito; además, cuando estamos con cierta inestabilidad es bastante sencillo entrar en un conflicto que nos llevará a complicar desenlaces. A más estrés, el escape de tener más calma funciona realmente.
Conocerse es muy importante, es una forma de hacernos previsibles y de anteponernos a nuestras reacciones. La Marca Personal se construye desde la capacidad de poder prever a una persona.
Hay un ejercicio de trabajo con las candidaturas públicas vinculado directamente a los valores, es una guía donde llegamos a lo que realmente nos motiva; nos diferencia, en definitiva, llegar a nuestro centro, a nuestra estabilidad, a nuestro eje. Esta `hoja de ruta´ se hace esencial no solo para ser reconocidos y diferenciados del resto sino para retornar a nuestro centro, cuando nos perdemos emocionalmente. Te reencuentras a través de tus valores.
Me encanta argumentar que las emociones y los sentimientos están en unos niveles diferentes, aunque a veces los usamos indistintamente.
El sentimiento permanece y viene precedido de las emociones; es la suma de emoción y pensamiento. De alguna manera es la muestra subjetiva de la forma en la que esa emoción ha sido conscientemente vivida. Las emociones transitan a gran velocidad y ese sentimiento, sin embargo, se queda mucho más tiempo en nosotros. Las emociones son reacciones psicológicas y fisiológicas mientras que el sentimiento tiene un grado mayor de consciencia. Reducir la creencia de que hay emociones buenas o malas, y pensar que los sentimientos y las emociones son inevitables, pero no ingobernables, te hará sentir más libre, más feliz.
Maite F. Valderas
Psicóloga – Coach Político – Asesor
@EtikMaite etikpolitica.es