
27 Abr Liderazgos vitamina
Me parece interesante que nos hagamos esta pregunta; ¿soy uno de esos liderazgos vitamina o, por el contrario, arraso emociones y proyecto egos descontroladamente? Esa distinción que desplegamos explicaría esa facilidad que tienen algunas personas para generarnos confianza, y cómo la presencia de otras nos proyecta esa tensión controlada. Me gusta decir que algunas son capaces de sacar todo lo bueno que hay, deseamos y poseemos, y quizás otros nos proyectan sus emociones negativas, en forma casi de espejismo, que nos entristece y hasta nos hace minimizar nuestra energía e ilusión. Eso, que parecería ilusión, ya es ciencia.
La felicidad no es lo que nos pasa, es como interpretamos eso que nos pasa. No es solo decirlo, es mirar a los ojos de esa persona con el deseo real de hacerla feliz, te escucho y no te juzgo; eso romperá la percepción de distanciamiento y cierta arrogancia inconsciente que podamos poseer.
Practica “los abrazos de ocho segundos”, estoy a tu lado y me ilusiona eso que me cuentas, soy capaz de dejar mi móvil a un lado y tomarme ese café contigo, exclusivamente contigo; eso, demuestra deseos de conexión.
El autoconocimiento es la clave de los “liderazgos vitamina” Cuanto más nos conozcamos, más capaces seremos de encontrar a esas personas que nos apoyen, y modularemos nuestra voz interior en positivo. Conocernos es el primer objetivo para comprendernos, y eso nos lleva a aceptarnos y posteriormente a superarnos. Ese es el esquema de desarrollo; si nos estancamos y no evolucionamos en nuestro autoconocimiento, tenderemos a minimizar nuestra inteligencia emocional, y a provocarnos un diálogo interior castigador o aniquilador de nuestra estima personal. Y lógicamente, arrasaremos con la moral y valor de nuestros equipos y de nuestra ciudadanía, ya sea por exceso de control, dejadez, por egos descontrolados, ira o tristeza.
Huyamos del perfeccionismo excesivo; seremos eternos insatisfechos. Si quieres triunfar acepta el fracaso cómo parte del proceso. Para ello necesitamos metas y objetivos; pequeñas metas dentro de objetivos amplios; para ir reforzándonos regularmente y ser capaces de hacerlas temporales y evaluarlas, bien directamente, o ser capaces de ofrecer feedback a nuestros equipos. Y si desarrollamos un liderazgo político apliquemos ese mantra poderoso: te anticipo mi objetivo, lo hago, y te comunico el resultado. Parece muy sencillo, pero no somos conscientes de que la realidad nos marca agendas, donde no somos capaces de ordenar en tiempo real la comunicación del resultado, o bien explicar a nuestra ciudadanía la ausencia de ejecución, lo que nos lleva a una falta de “credibilidad sucesiva”.
Mi consejo: piensa en grande y actúa en pequeño, te comerás el mundo.
Trabajar nuestra voluntad es un aspecto esencial de desarrollo personal y se encuentra situado en una escala superior a la inteligencia. Algo tan simple y “entreñable” cómo posponer la recompensa, es un ejercicio de voluntad impresionante, aplicable hasta en la educación de nuestros hijos; la inmediatez sigue siendo un rasgo poco inteligente. En ocasiones, lo confundimos con ejecución, y nada tendría que ver en cualidades de liderazgo. El líder ejecutivo, analiza, toma perspectiva amplia, evalúa y toma la decisión en tiempo real. La inmediatez está vinculada a un factor emocional y de desahogo más que de ejecución. La inmediatez responde más a la necesidad personal de resolver un problema, más que a la adecuación de la solución.
Todo ello nos lleva a esa calificación que hacemos de las personas tóxicas o liderazgos tóxicos, definición que particularmente no suelo usar, pero que está en los labios de todos. Esa persona no te gusta porque excita en ti el cortisol, y te lleva a unos estados de alerta. El cortisol en sangre aumenta nuestra tensión a todos los niveles, tanto físicos cómo psicológicos. Algo tan simple cómo fallos en la memoria, falta de sueño, … Nuestro hipocampo se abruma por esta hormona, como ocurre con el estrés crónico.
Hacer ejercicio minimiza esta hormona, detectar qué personas a tu alrededor genera ese malestar, y saber cómo puede desestabilizarte o deshacerte es otro factor. Preguntarnos si esta persona es un tóxico personal o un tóxico universal, y si fuera personal preguntarnos ¿por qué me afecta tanto lo que me dice?, ¿qué me genera lo que me dice?
En oposición a esto, tenemos el optimismo, que tiene poder para mejorar nuestros niveles neuronales. El “Mindfulness” es una práctica muy recomendable y extendida; favorece nuestro bienestar a través de la atención plena y nos abre la posibilidad de vivir “sin tener la necesidad de tenerlo todo controlado”, un imposible que influye en nuestro día a día.
El “liderazgo vitamina” pasa por un checklist personal, donde nuestro equilibrio interno es imprescindible. Todo comunica, todo nos afecta, todo es importante, por mínimo que sea; practiquemos la cultura del detalle, especialmente cuando dirigimos y queremos gobernar a una ciudadanía deseosa.
Maite F. Valderas
Psicóloga – Asesor – Coach Político
etikpolitica.es @EtikMaite