Soledad y gratitud

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Soledad y gratitud

Me gusta compartir contigo que la gratitud es el mayor valor que podemos poseer para lograr tener una vida feliz. ¿Para qué la gratitud? Si somos capaces de perdonarnos y ser generosos con nosotros, entender que a veces tenemos el derecho a equivocarnos, a analizar que aquellas decisiones que tomamos no eran buenas o malas, sino quizás las únicas que podíamos tomar en ese momento, con la información que teníamos, seguramente disfrutaríamos más, seríamos emocionalmente más estables y podríamos ser generosos con el otro porque ya lo tenemos entrenado con nosotros mismos.

A lo largo de mis encuentros en el ámbito de la empresa y dentro del liderazgo político, he acompañado en muchas ocasiones a personas que decían sentirse solas. Y cuento decían sentirse porque realmente no lo estaban. Me gusta acercar a las personas a un pensamiento poco habitual en nuestra sociedad que es el de la Soledad Necesaria, la que necesitamos para desarrollar nuestra creatividad, tomar conciencia de nuestro valor, desarrollar en ella nuestra capacidad de autoconocimiento, necesario para gestionar nuestras emociones, para re-ilusionarnos, para darnos el tiempo que necesitamos y reiniciarnos, para poder desarrollar un despliegue público íntegro, para desarrollar nuestro autocontrol? Y, ¿cuál es el secreto? Manejar la soledad como un instrumento, que usamos cuando necesitamos, la clave está en saber entrar y salir de ella, y para ello tenemos que entrenar, conocerla y perderle el miedo, porque cuando la conoces y la manejas, ya no tienes la sensación de estar perdido/a en ella, solamente la eliges cuándo la necesitas.

Un directivo, una persona que desarrolla cualquier cargo público necesita momentos de soledad; realmente la soledad bien gestionada destroza al aislamiento, es justo el antídoto.

 

Los equipos o asesores deben tener, como uno de los principios a desarrollar con sus directivos o cargos públicos, el permitirles y propiciar espacios de escape, y no reinterpretar en muchas ocasiones el alejamiento que tiene ese cargo público o directivo exclusivamente por una razón de falta de confianza, sin pretenderlo, ahogamos sus espacios. Y, precisamente, son esos equipos, los que provocan su aislamiento. Tenemos casos en la vida política reciente de números uno aislados en ocasiones por sus equipos más cercanos.

Los que ocupamos puestos de asesoramiento debemos generar esos espacios de reflexión. El liderazgo necesita visión, y para ello hay que dejar distancia, espacio que permite analizar la situación desde otro prisma.

La otra soledad que existe y nos rodea es la Soledad del Cargo, que no es la de la persona, sino la que viene adherida al cargo público o cargo directivo, y que la clave para convivir con ella esta en aceptarla.

 

Todas las investigaciones publicadas, y algunas en las que he participado más de cerca, nos llevan a identificar la presencia del sentimiento de soledad unida al momento de la toma de decisión, es el momento clave. Me gusta llevar la comparativa de la toma de decisión al ámbito de la aviación. Ojalá pudiéramos vivir nuestra vida en velocidad de crucero, seria lo deseable para todos, volando y solo soportando alguna turbulencia mas que otra? pero no hay avión que tenga combustible para ello, más tarde o más temprano hay que elegir aeropuerto y pedir pista para aterrizar. Y es ahí donde tomamos el control del avión y empezamos la maniobra, en definitiva el riesgo de la operativa. Y ahí tomamos la decisión que entendemos es mas oportuna en ese momento. La realidad es que las horas de vuelo nos van aportando confianza, experiencia, agilidad, y mayor capacidad para gestionar la incertidumbre, eso hace que seamos más agradecidos con las decisiones tomadas, y más generosos con nosotros. Al final, nos sentimos menos solos porque nos aceptamos más. Por ello es importante estar en una regular ejecución y no en un constante análisis, realmente la incertidumbre se equilibra con la acción.

¿Cómo podemos minimizar nuestra soledad? Desarrollando adecuados y amplios análisis de la situaciones, apoyándonos y contrastándolos con nuestros equipos, haciendo un análisis racional y emocional de la situación y decisión; valoremos diferentes opciones (3), no nos quedemos con una única visión, llevemos el efecto de las decisiones posibles a un tiempo (por ejemplo, qué consecuencias tendrá mi decisión dentro de 10 minutos, y dentro de 10 meses y dentro de 10 años); así nos proyectamos y permitimos que otros factores sustituyan a los emocionales, nos permite alejarnos del presente y fundirnos con nuestras prioridades futuras?

Y analicemos siempre los pros y contras de la segunda mejor opción, para así tomar la primera mejor opción convencidos. Y si no sale bien, se gestiona muy bien la frustración cuando somos conscientes de todo el estudio exhaustivo de opciones que hicimos.

Te invito a que seas tú, a que sea coherente tu despliegue público y personal, a que tu valor sea proyectado en tu acción. Así, desarrollarás identidad y reputación, y lo más importante es que nunca te sentirás un desconocido, y te gustarás, hasta en esa soledad necesaria para ti.

*Psicóloga. Asesor Coach Político CEO ETIK

@EtikMaite

www.etikpolitica.es



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