
15 Ene EL CANDIDATO POLÍTICO PERFECTO
Creer que existe un candidato político perfecto es una utopía; es más, la búsqueda de una candidatura perfecta es una frustración regular y constante para nuestra autoestima, nos debilita como líderes y futuros cargos públicos.
En un entorno tan volátil como en el que vivimos, rodeados de esta incertidumbre, ¿de qué perfección podemos hablar, si las necesidades de la ciudadanía, reflejo de nuestra sociedad, cambian a una alta velocidad? Así, cuando hayamos seleccionado al “perfecto”, tan pronto como mañana puede convertirse en “imperfecto”.
Nos conozco a ninguna persona que no tenga debilidades, que no cometa errores; entonces, ¿por qué exigirle a un candidato político que sea perfecto?. En política, todas las candidaturas son igual de imperfectas que las decisiones de los electores, que no son perfectas. Y no lo son porque las necesidades, motivaciones y creencias cambian muy rápidamente.
Deseamos candidatos perfectos, superdotados, con un alto coeficiente intelectual, con gran capacidad de gestión, facilidad para el cálculo, capacidad de redacción, creativos, con un pasado intachable, grandes dotes para las relaciones humanas, extrovertido, con dotes de escenificación y así poder elevar su discurso, con capacidad de gobierno, de selección y valoración de candidatura y un alto nivel de tolerancia a la intachable exposición pública.
La realidad es que tan sólo un porcentaje pequeño de las personas son superdotadas, el resto de los seres humanos se sitúan en una media razonable y suficiente en cuanto a sus potencialidades. Entonces, ¿cómo podría alcanzar la perfección un candidato? La respuesta matemática seguramente nos la podrían dar los encuestadores políticos, aunque yo subrayo que no existen encuestas perfectas. Y nos sería de gran ayuda conocer que tan sólo en los últimos 7 minutos antes de votar muchos de los votantes cambian su intención de voto, influenciados por determinados mensajes.
Entonces, ¿dónde estaría la clave de éxito? En la capacidad que muestra el candidato para desplegar su talento, en su entrenamiento. Hay un entrenamiento muy concreto que le permite al político poder gestionar con mayor comodidad su discurso y ciertas apariciones en los Medios. Las ruedas de prensa y los debates tienen un efecto mediático sutil y decisivo, y ahí sólo se consigue acotar el nivel de certeza desde el entrenamiento, que minimiza la improvisación.
El Media Training o entrenamiento en Medios es vital para infundir confianza al candidato “imperfecto”. Y mejorar su expresividad verbal y corporal, en la búsqueda de esa perfección. Esos “tics” que somos incapaces de reconocer por nosotros mismos, y que llevan un proceso de toma de consciencia y modificación corporal, ante pautas incómodas o que nos llevan a reacciones improvisadas de falta de nuestro control, que nos desequilibran de nuestro discurso, y generan una imagen debilitada. La adecuada vocalización, dicción y entonación de nuestro discurso favorece una mayor penetración de nuestras ideas.
Nuestra cercanía, corporalidad, emocionalidad y seducción, nuestra postura, nuestro movimiento, estilo de vestuario, tiene que ser el adecuado a nuestro momento político.
Una reflexión: ¿para qué cambiar nuestra imagen en función del target de nuestra ciudadanía de forma regular? Llegamos a “disfrazarnos” pretendiendo un falso acercamiento. ¿Y si desplegamos nuestra marca independientemente del target de nuestra ciudadanía?. Considero que se reforzaría nuestro `branding´.
Me gusta trabajar con la candidatura para conseguir no un candidato “perfecto”, porque eso no existe, como tampoco hay Directores perfectos, ni padres ni madres perfectos, ni siquiera votantes perfectos. Lo que sí existe es un ser humano con ganas, ilusión, motivación y un alto índice de pasión.
No quiero candidatos perfectos; selecciono, doy soporte y acompaño a candidatos responsables; responsables con el cumplimiento de sus objetivos y por lo tanto comprometidos con satisfacer las necesidades de una ciudadanía. Siempre aunamos los tres objetivos en ETIK, los objetivos personales, los objetivos profesionales – individuales y los profesionales de Partido.
Desde el punto de vista emocional y del equilibrio, es necesario aunar estos objetivos porque nos permite enfocarnos a un resultado, como candidatura, fiable y con grandes posibilidades de triunfo.
¿Cómo considero yo que podemos llegar a esa perfección en la candidatura?. Mi experiencia me ha llevado al trabajo amplio con la candidatura política. A la revisión de sus apariciones públicas, al análisis de su vocabulario; al estudio conjunto de su corporalidad, de su puesta en escena, a la administración de sus caricias en sus apariciones. En mi caso particular, creo en la capacitación del candidato, en una proyección adecuada de su persona, unido a un despliegue profesional o programa electoral.
Y me atrevería a decir que hoy en día el peso de la persona es el verdadero objetivo del éxito. Cómo entrar en un debate, el arte de interrumpir y ser interrumpido, potenciar aquella fortaleza que presenta e ir desarrollando esas pequeñas áreas de mejora que le hacen ganar fortaleza y mayor credibilidad.
Trabajar junto al Jefe de Campaña para conocer los objetivos marcados y facilitar a nuestro candidato el cumplimiento de esos objetivos, ofreciendo apoyo y soporte a nuestro candidato para redirigir sus acciones desde sus valores y así mostrar una coherencia, su forma de atacar y de defenderse de los ataques, que le lleva con el tiempo a lograr su reputación; el encontrar la medida para que su propio proyecto se potencie y salga a la luz. En ocasiones, nos resta proyección de nosotros mismos y dedicamos nuestros titulares al `decrecimiento´ del otro y muy poco a nuestro crecimiento individual y del proyecto.
Nuestra ciudadanía espera nuestro proyecto, nuestra nueva visión y eso es lo que tenemos que preparar minuto a minuto, enfocados puramente en nuestro objetivo.
“Hagamos diferencia”
“Llevemos a la acción creatividad y no crítica”
“Despertemos a nuestra ciudadanía”
SEAMOS SUPERHÉROES, QUE LA POLÍTICA TIENE MUCHO DE HISTORIAS DE HÉROES.
En reuniones más confidenciales suelo comentar que el político y el superhéroe tienen muchos aspectos en común: esa soledad que siente en ocasiones, siempre hay alguien que lo persigue (lo busca para su fin) y ese objeto que tiene que tener, un “objeto mágico” que lo salva en el momento clave. Y ese “objeto mágico” es el que tenemos que encontrar juntos en la campaña, el que le acompañará y le diferenciará, le dará identidad y definirá su discurso satélite.